Sobre cerámica y la miserabilidad de adultecer

Posted On 29 marzo 2016

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Hace algunas semanas a mi brazo derecho se le ocurrió que la inmovilidad era la nueva moda en París.

Me comenzó un dolor por la nuca mientras estaba acostada, sunday night, viendo Netflix. Al rato de haberlo detectado me bajó por la espalda y a los pocos minutos el dolor fue insoportable: no sentía el brazo, sentía un hormigueo por los dedos y no podía mover nada. Desde los headquarters de mi cuerpo mandaba la orden de movimiento y nada se movía.

Sobra recalcar enérgicamente que estuvo de la verga.

Al principio todo lo manejé con sobriedad, clase y distinción: Querida madre, ¿serías tan amable de llevarme al hospital más cercano? No quisiera molestarte, pero no puedo conducir, no puedo cargar mi bolso, vaya, que no puedo ni limpiarme la cola si hay que cagar, para que me entiendas.

Después un doctor dice palabras como: hernia cervical, incapacidad, inmovilidad.

Por un momento mi pensamiento fue «Neeeeeh, ni de pedo», pero al poco tiempo pierdes la razón, te pasan millones de cosas por la mente, posibilidades fatales, pesimismo, porque el miedo es así, lo consume todo; el miedo tiene un poder colosal sobre todas las cosas que hacemos y nomás nos rendimos ante él porque es fácil.

Tercer acto: La morra llorando porque nunca va a volver a hacer yoga, porque se requiere una operación, porque estaba tejiendo unas calcetas y ya las va a dejar a la mitad, porque no tiene dinero, porque tenía otros planes para la vida, porque chingado…

Total, después de exámenes médicos y de rayos equis, el encore de esta obra de la dramaturgia clásica culmina en que la morra sólo tenía estrés.

Estudios arrojaron que nada, que «ándele, quién le manda», que «a ver si empiezas a comer mejor», que «es que te duermes muy tarde» y que «guaraguara».

Digo guaraguara porque ya estoy bien, recobré la movilidad a los pocos días y ya todo muy mejor… lo importante es que tenemos salud perritos.

However, comencé a poner atención y no te imaginas en las cosas en las que me he estado clavando últimamente: me di cuenta de que no estoy envejeciendo, estoy adulteciendo.

Por primera vez real estoy preocupándome por el futuro (ponga atención aquí que la mujer tiene 33 años, eh, y apenas le va cayendo el veinte), dinero, compromisos, arreglos, negocios… y aquí es donde le paro porque el Universo me mandó un distractor físico, sustancioso y que además es desestresante: estoy haciendo cerámica.

Estoy a nada de ser esa mujer loca, soltera, pobre, con ideas new age, que anda con overoles de mezclilla llenos de arcilla y pintura diciendo por la vida «Deja que fluya»… no me da asco, sólo que no tenía ese plan para mí.

Y la verdad estoy dejando que fluya.

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Descubrí que es más difícil de lo que parece y que hacer cerámica es como existir. Hay que poner intención en las manos para moldear un deseo, no forzarlo, pero guiarlo. Dejar que la pieza tome la forma que le fue encomendada, darle oportunidad de que se asiente y al final aceptar el resultado: una taza media cucha, un plato astillado, un tazón feo.

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Mover un dedo cambia la forma de tu pieza; la presión que pones y en qué parte de la mano la pones cambian la forma de tu pieza; la velocidad del torno cambia la forma de tu pieza; el movimiento de tu manos cambia la forma de tu pieza.

Es fascinante.

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Pintar es otro poco de philosophical bullshit: Nunca sabes de qué color te va a quedar la pieza hasta después de hornear.

Suspenso, intriga y misterio absoluto.

La cerámica se colorea con pigmentos u óxidos, y ninguno se ve en la mesa igual a como se ve sobre una pieza horneada. Un amarillo que ven tus ojos, sobre la cerámica puede verse azul, o un negro que ven tus ojos, después de hornear puede verse del rosa mexicano más brillante.

En resumen: hagas lo que hagas, nunca sabrás cómo va a terminar una pieza.

De aquí viene el respeto por los artesanos, porque no hay libros, sólo la experiencia, sólo equivocándote miles de veces va a hacerte crear algo hermoso.

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Yo no aspiro a tanto, llámame mediocre, porque pienso que al final todo te sirve, todo es funcional, todo está en la casa conteniendo un líquido, adornando un escritorio… y con la práctica te vas haciendo un mejor artesano, poco o poco creando cosas mejores, perfeccionando.

Quise hacer dos joyeros, un diablito y un gatito.

Así se veían recién pintados y antes de hornear.

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Este es el terrorífico resultado:

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Life, yo’all.

Pero hubo éxitos también, cómodequeno.

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Al momento me encuentro obsesionada con materiales, hornos, pinturas y piezas por hacer; algunos los ven idiota, íntimamente yo sigo soñando el sueño de que algo creativo, y no una oficina, me permita sobrevivir el resto de mis días. Intentar no hace daño.

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Sobre cómo remendar un pantalón puede cambiar la situación de nuestro país

Escribo esto mientras escucho a Glenn Gould tocando a Bach (por estricta recomendación del doctor).

Así de grave está el asunto.

Hace unos días me dio un rush de creatividad, me contagiaron la inspiración y de pronto retomé muchos proyectos chiquitos que tenía estacionados. Me di cuenta de que me pasaron muchos meses por encima, me atropelló el tiempo y ahora sentí un despertar que ve tú a saber si tiene que ver con la primavera, el amor o las elecciones a Gobernador (que, oye, me tienen muy mortificada).

Bueno, pues ando queriendo armar una Battle Jacket, o más bien dos, y un Metal Vest. Para esto ando en busca de parches y diseñando otros más que yo misma quiero bordar.

Battle jacket in the making

Quisiera que cada chamarra tuviera un tema, por así decirlo, y mi mente lo percibe como el proceso de armar un Cubo Rubik, un reto diminuto para distraer mi mente y al mismo tiempo producir.

Antes de arrancarme a la locura de bordar y de acabarme los ojos y los hombros, quise resolver el issue de ver cómo se veía algo bordado directamente a mano y en mezclilla, así que me puse a remendar un pantalón que estaba agujerado de la cola.

Okey, sí, soy una anciana, lo que sea.

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Este era una vez un pantalón de mezclilla que mi hermana menor usaba en el año, digamos, dos mil tres.

No es 100% mezclilla porque la tela se siente un poco spandex y por eso el pantalón es bueno, porque se ciñe a las nalgas y no aprieta: a win/win situation.

Mi hermana lo abandonó a su suerte porque why the fuck not?

Yo lo rescaté de la mala vida que le daban y lo uso hasta la actualidad; por desgracia la tela del área de las pompis no sobrevivió la tercera guerra mundial, tres pedos y una sentada en alguna banqueta. Así es esto, el pantalón se rompió y ya nada volvió a ser igual.

Mi adicción a Pinterest me llevó usar el ingenio y el 15% de mi cerebro que administra el talento, y me dispuse a bordarle un parche coquetón; en parte también en aras de retomar mi bordado monstruoso para mi próxima opera magna: la Battle Jacket.

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Primero le recorté la tela rasgada.

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Después, con ayuda de un bastidor inmovilicé la tela y el parche juntitos. El parche es un pedazo de tela que envolvía un regalo de cumpleaños que mis amigos Susana y Carlos me obsequiaron.

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Quise usar hilaza y no hilo porque quería que se viera remendado a propósito y que no pasara por un trabajo de remiendo profesional. A mí que entre más trashy/gitano/jipi/ñoño, mejor.

Los stitches, claramente, no son los mejores, y sé que tengo que usar más tipos de puntadas, pero qué quieren, es lo que hay.

Y no tiene chiste: bordar la tela y la mezclilla juntas, ponerle amor, soñar que un día podremos parchar todo el pantalón y traer una prenda única. Ya veremos, orita lo que importa es que tenemos salud.

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La cosa quedó más o menos así. Mi mamá dice que sigue pareciendo roto y que además el parche da la ilusión de que se me ve el calzón, pero yo le digo que hay que aceptar la vida como viene, que no pasa nada, que un calzón no va a cambiar la situación de nuestro país, que nosotros mismos somos los que hacemos el cambio y que tenemos que empezara tomar acciones.

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Pues mi bordado no va a ganar el Concurso Internacional del Bordado Profesional, pero en mi papel de Dios personal acabo de soplarle nueva vida a una prenda que no utilizaba.

Quiero aclarar que debí haber utilizado un parche de tela más gruesa para asegurarme que me durará otros doce años y que a la próxima usaré hilaza más clara porque siento que el color de la hilaza le quita protagonismo al parche per se.

Por otra parte, me aplaudo… y con esto doy por comenzada la temporada de proyectos mensos, inútiles y totalmente irrelevantes para la humanidad.

Gracias y buenas noches.

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La distancia entre un sueño y una pesadilla

Posted On 10 marzo 2015

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En un parque de diversiones desierto y oculto entre neblina se yergue una montaña rusa, desvencijada, pero a tecnicolor, brillante y aguda.

Tú y yo ocupamos un carrito, estrecho y cómodo. Compartimos el espacio justo con un rencor profundo que yo siento que emana de mí y tú con una frialdad pétrea; de ti no siento nada más.

En una curva del recorrido veo que los rieles están rotos y digo en voz alta: Esto va mal, va a terminar mal. Vamos a bajarnos.

No, dices tú, baja tú.

Te pido, te ruego que bajes, por favor. Baja.

No.

Mi sueño me arroja al piso, a la tierra, y levanto polvo al caer. Me quedo ahí, sola, observando desde lejos como el carrito se aleja continuando su recorrido suicida.

¿Por qué no bajas?, me pregunto sin que tú puedas oírme porque ya vas lejos allá, en lo alto de la montaña rusa, allá, tocando el cielo.

¿Por qué no bajas, mi amor?

Me levanto, me sacudo el polvo y camino a esperar no sé qué, a esperar adentro de mi corazón o en una banca, al aire libre, porque los carros de la montaña rusa pasan por mí dejando un aironazo, el viento que me revuelve el cabello y me desacomoda la mente.

No entiendo mucho cuando Villarreal se asoma por la puerta de una habitación que flota, ella dice: Lo tienen en aquella sala, está muy mal, el tren de la montaña rusa volcó y cayó desde el pico más alto. Si lo amas, ve con Dios y haz oración.

Confundida y extrañada me dirijo hacia la sala donde Torres me espera enojada, y ella dice: No vale la pena, él no iba solo en esa montaña rusa. No vale la pena que entres ahí, está muy grave.

Asustada me abro camino entre mujeres, muchas mujeres que no conozco y que te llenan te atenciones.

Tú estás en una cama de hospital, entero, pero pálido, vomitando litros y galones de comida podrida, aguada. Tu rostro cambia de colores y vomitas más, a espasmos, y  te detienes para tomar aire como si nadaras en el mar, sólo para volver a vomitar.

La habitación está inundándose de vómito y todas estas mujeres te asisten, te ayudan, pero no hacen nada concreto y van pisando charcos de agua biliosa, pedazos de carne semidigerida, pedazos de pollo crudo que devolviste, trozos sanguinolientos que expulsaste y que todavía se mueven en sus jugos gástricos.

Rápido, pienso, rápido, tú, dame esa cubeta.

Me cuido de no llenarme las botas de vómito y me acerco con la cubeta en la mano.

Aquí, vomita aquí, te digo. ¿Qué pasó? ¿Qué pasó, mi amor? ¿Por qué así? ¿Qué es todo esto? ¿Por qué nos haces esto?

No tengo idea, contestas con restos de comida podrida en la comisura de los labios, no tengo idea.

El vómito no se detiene, yo sé que en cualquier momento vas a devolver las entrañas y retrocedo esperando una erupción, un caudal de podredumbre.

Atrás, atrás, para atrás, vade retro.

.

Sigo sin ver el día en que por fin termine de dolerme.

Defensa de un corrido norteño o «Que chinguen a su madre los cabrones de este mundo»

Hace un par de semanas me obsesioné… otra vez, para variar. Esta vez, mi obsesión se llama Los Cadetes de Linares… o más bien, un corrido, en particular, de Los Cadetes de Linares.

Los Cadetes de Linares

Ningún regiomontano puede negar, con todo su hocico retacado de carne asada y su panza atascada de Tecate roja, que no ha escuchado en su vida un corrido de Los Cadetes de Linares.

A estas alturas, que ninguno venga a persignarse con que sólo escucha la música que escucha porque la letra de un corrido de los Cadetes viene tatuada en la nalga de la vaca que nos tragamos cada pinche reunión familiar y borrachera en Nuevo León. Sí, señor.

Los corridos a todos nos los metieron a la fuerza por las orejas y la verdad es que no podemos no ponerles atención: ahí está la sabiduría de nuestro pueblo norteño, en ellos se contienen la vergüenza y el orgullo de los nuevoleoneses.

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De aquí somos, ni modo, esta es la cruz de tu parroquia, así que vamos por partes y vamos a quitarnos los prejuicios musicales, vamos a deshacernos de las capas de esta cebolla que juzgaba a los botudos y asombrerados que llegaban en una Lobo Ford al Rodeo Zuazua o a los rancheros que en las cantinas nomás están en el duroydale con el Viejo Paulino.

Vamos a ubicarnos y a asumirnos como lo que somos: habitantes del norte de México.

Después vamos discernir individualmente para nuestros adentros (cada quién su propio ‘adentro’) qué es lo que hace bueno o malo a un corrido.

Los Cadetes de Linares

Desde aquí todos coincidiremos en que Los Cadetes de Linares son la crema y nata de la música norteña, para donde le busques, ellos son la crème de la crème del corrido. A su voz principal, el Señor Homero Guerrero, un día le salió está voz aguardentosa, se dispuso a arrastrar un poquito las palabras y a entonarse en idioma norteño, y valió madre porque cambió nuestras niñeceseses (sic), qué digo, nuestra puta vida, porque que tire la primera piedra el que nunca se ha echado unas cheves escuchando a los Cadetes… Y si realmente nunca te has puesto pedo escuchando a los Cadetes, entonces discúlpate y vete, eres una deshonra para el Cerro de la Silla.

Alomejor se va a escuchar bien mamón, pero es que yo viajando me di cuenta de lo ricos que somos en tradiciones y cotorreos culturales; desde París me hice fan de Ramón Ayala, en España supe apreciar a José Alfredo… son esas cosas que comprendes cuando ves a tu país desde afuera.

Pero, bueno, volviendo a lo que nos truje, aquí vengo a apelar por el corrido de Las Tres Mujeres.

 

 

Para empezar, el corrido no está en Spotify, supongo que es demasiado underground; Spotify tampoco tiene ni una rola de Nargaroth, ni de Ordo Funebris, así que queridos amigos puristas musicales, amantes de lo true y lo beautiful, y compañeros hipsters: este corrido es una absoluta joya.

Si lo analizamos literariamente, tiene de todo: terror, intriga, engaño, arrepentimiento… musicalmente, el acordeón tiene un sello distintivo, y además cumple con los parámetros del género: desarrolla una anécdota, rima y cada verso mide ocho sílabas.

 

Por ahí dice una leyenda que en el rancho de Canales

se aparecen tres mujeres que en vida fueron rivales

se dieron de puñaladas, allá entre los mezquitales.

 

A mí, la neta, es que se me hace bien pendejo el plot de que tres mujeres, cegadas por celos, se agarren a filerazos por un cabrón… habiendo tantos en este mundo, muchachas!

Pero bueno, vamos a poner que este corrido fue compuesto en los años 40’s por un señor que se llama Ramiro Cavazos, quien nació en Los Ramones, Nuevo León, y quien trae un background ranchero. Ahí dices, okey, en ese entonces (y en la actualidad) no hay mucho con qué distraerse en Los Ramones, por eso la raza se daba vuelo con casi cualquier cosa.

 

El causante de sus muertes Santos Valdez se llamaba

a las tres, por separado,  les decía que las amaba,

pero a ninguna quería, nada más las engañaba.

 

En este punto quiero apuntar cómo ha evolucionado el papel del hombre cabrón en nuestra sociedad mexicana.

El vato, casual, se cotorreaba con tres morras al mismo tiempo, todo el mundo lo sabía (este es el génesis del corrido) y no había pedo. Aquí me cala mucho (y muy personalmente) la exaltación de la esencia del cabrón. Vato, felicidades, bravo (aplausos), eres un cabrón, un pinche cuasi-hombre, una pinche basura humana, una lacra de género, una mierda de persona: ¡Vamos a componerte un corrido! Vamos a inmortalizar a Santos Valdez con el rostro de cientos y cientos de hombres que tienen un pene en el hueco donde debería ir un cerebro. ¡Bravo!

 

Lucita era de La Posta; de Charco Azul, María Inés;

Esthela era de Reynosa, la más brava de las tres,

decía: «Yo pierdo la vida, antes que a Santos Valdez».

 

Mi investigación exhaustiva me llevó a descubrir que existe un ejido en Juárez, Nuevo León, que se llama La Posta (con nueve habitantes, un hecho verídico) y otro de nombre Charco Azul (este con 200 habitantes). Sin embargo, el hecho de que Esthela era de Reynosa me hizo investigar más para el lado de Tamaulipas y, en efecto, ambos lugares también existen en el vecino Estado. Resulta que el compositor, Ramiro Cavazos, nació en Nuevo León, pero vivió en la frontera de Reynosa (de hecho, creo que vive o vivía en Mc Allen), entonces yo creo que estamos hablando de tres mujeres tamaulipecas aquí.

Esta estrofa se lleva el verso más bonito del corrido «Esthela era de Reynosa, la más brava de las tres, decía: «Yo pierdo la vida, antes que a Santos Valdez».

Creo que el machismo con el que crecí me hace pensar en Esthela como una amazona, una viejota con más huevos que Santos Valdez, enamorada, feroz, una morra de convicción que pensaba (esto quizá pueda ser una proyección, me deslindo de mi inconsciente) que hay que ponerse la camiseta del amor y decir: «Este es mi vato, en el amor por él me defino». Una chulada de mujer.

Sin embargo, es una verdadera lástima que Esthela haya apostado su vida por un pendejo. Aplique aquí el concepto popular que dice «Te quedó grande la yegua y a mi me faltó jinete».

Pero sobre todas las cosas del corrido, hay que señalar algo: Ni Lucita, ni María Inés, ni Esthela tienen apellidos, pero Santos es EL SEÑOR SANTOS VALDEZ. O sea, no nos importa quién vergas sea Lucita, quien para colmo ni siquiera le pudieron dejar el orgullo de ser Luz o Lucía… vaya, es una Lucita cualquiera, una morra más de las que el pendejo de Santos Valdez se cotorreó, vale madre. Aquí estamos hablando de las hazañas grandiosas del Señor Santos Valdez, compermisito, vamos a aplaudirle su cabronez.

 

Dicen que en Laguna Seca cuando la gente pasaba

se oían gritos de mujeres cuando ya el sol se ocultaba

eran aquellas valientes que ya de muertas penaban.

 

La versatilidad del corrido nos ofrece terror. Qué chulada.

 

Santos Valdez fue a sus tumbas para pedirles perdón,

rezaba sus oraciones con todo su corazón

y quién había de pensarlo que allá murió en el panteón.

 

En disertar sobre el arrepentimiento de un cabrón se me va el post entero, así que aquí le voy a parar.

 

Quiero cerrar este análisis con mi pronunciamiento a favor de toda la música popular y con una propuesta para reivindicar el corrido norteño.

Yo sé que los tiempos definen a la música, pero ahorita se habla de puras pendejadas en los corridos. Hay muchos corridos ‘de los de antes’, de los Montañeces del Álamo, de Ramón Ayala, de Carlos y José, de Luis y Julián, de los Invasores, que son joyas norestenses.

Sí, antes también había narcos, celos, asesinos e invictos, pero siento que antes había una raíz que no se soltaba del pueblo y el pueblo significaba familia, honor y tradición. Supongo que con la urbanización hoy es más difícil componer algo sustancioso y tradicional. Es triste, pero pasa en todos los géneros musicales.

En fin… brindo por Los Cadetes de Linares, que a todos los regios nos dieron identidad musical!

Brindo por Lucita, María Inés y Esthela, que su compromiso con su corazón sea eterno a través de este corrido y que chingue a su madre Santos Valdez!

Ojalá que en el más allá las tres mujeres le estén poniendo una madriza.

¡Salú!

Lo más bonito del mundo: el son jarocho y huasteco

Las cosas bonitas de la vida no se pueden negar. Son gigantes, perennes, humildes pero brillantes, no podemos no verlas ni aunque quisieramos porque nos llenan tanto el corazón que son reconocibles de inmediato.

Así existen los ocasos, Jason Momoa, el olor del café, el pelaje de un animal, el aguacate untado sobre el pan, las catedrales, los besos…  y el son jarocho.

La música existe para eso nomás, para enaltecer las cosas bonitas de la vida, y Dios bendice al son por hermoso, sencillo, por acomedido.

Yo anduve mucho tiempo de mi vida oyendo música muy complicada por creerme intelectualosa, por orgullo, por pegarle a la mamada, vaya.  La música y yo manteníamos una relación enfermiza (que para eso me pinto sola):  Entre menos le entendía a cierto género, más me obsesionaba saber en qué consistía. Comportamientos autodestructivos, diría mi psicóloga.

De todas maneras, no fueron en vano esos años porque aprendí a chingazos.

Por ejemplo el jazz, hasta la fecha no lo comprendo, supongo que es de esos géneros en los que ocupas un chamán para entrar en ellos, alguien que te guíe, que te lleve por aquí o por acá y que te explique el significado detrás de esa maraña de notas.

Lo digo porque el flamenco lo conozco bien y es un género que yo llamo chamánico, ocupas que alguien te lleve de la mano.

Así aprendí a probar, a entender, a comprender y a vivir una vida musical de libertad y sin encasillamientos.

Me gusta Ramón Ayala tanto como Michael Jackson, Arvo Pärt, Camarón, Morten Veland o Al Cisneros: La buena música es buena. Sea el género que sea.

Recientemente, y después de mi relación enfermiza con la música complicada, descubrí la música sencilla. Me refiero a la música que te lleva a lo primigenio del ser humano, desde su contenido hasta su sonido.

Para saber sobre Black Metal tienes que investigar que en Noruega, en 1989, hubo un movimiento que estaba basado en blablabla…  Para saber sobre el rock and roll tienes que saber que emergió del blues en mil novecientos cuarenta y tantos y mutó para convertirse en blablabla…

Le llamo género sencillo a la música que un día, un hombre tomó un instrumento y compuso una canción de lo que veía: el mar, su vecina, su perro, un mosco, un sueño, la oscuridad, cosas que no necesitan un background para ser explicado.

El son jarocho es una cosa así, bonita, profunda en su sencillez, poética, dolorosa, mística y franca como una bofetada. Es un honor que su sonido sea mexicano.

Me obsesioné hace unos meses y me documenté con un compañero de trabajo que es veracruzano, me puso en la carretera del conocimiento y de ahí agarré pa’l real.

El son, jarocho o huasteco, es una preciosidad; si usted es mexicano lo felicito, dése cuenta que tiene al son como patrimonio, como currículum, como sangre. Felicidades.

Aquí le dejo una lista de mis sones favoritos con algunas notas de mi cosecha. No importan los géneros que le gusten o le disgusten, pruebe aquí, usté nomás déjese llevar, que al cabo ya trae a México en las venas.

De nada.

 

 

Cuando el marinero mira la  borrasca por el cielo

Se queja, llora y suspira, le dice a su compañero:

Si Dios me presta la vida no vuelvo a ser marinero

 

 

Como que te va, te vas, como que te viene, vienes

Como que en tus lindos brazos arrulladito me tienes

 

 

Xihualacan compañeros ti paxalo ce María

timiyehualotzan ipan tonantzin Santa María Guadalupe

 

 

A un Santo la encomendé porque todavía la quiero

Porque todavía la quiero, la lloro y la lloraré

 

Quisiera volverme planta para no morir de viejo

Para no morir de viejo porque la muerte me espanta

 

 

¿Cómo te llamas, morena? Me llamo Juana María

Si te corren de tu casa te vendrás para la mía

 

Cuando escucho La Morena ganas me dan de llorar

Me recuerda a la sirena, que la canta por la mar.

Ella canta por el mar para formar un encanto

Como ella no puede amar su cantar más bien es llanto

Por eso cuando la canto me dan ganas de llorar.

 

Si en el mar se escuchan voces, son voces de la sirena

Y sólo la reconoces si de amores tienes pena.

Quien de amor no tiene pena no se puede imaginar

Cuánto sufre la sirena que tiene prohibido amar

Purgando así una condena.

 

 

No me manden a lo oscuro a morir como un traidor

Yo soy bueno y como bueno moriré de cara al sol

 

Adiós, adiós, madre del río, madre del río

La lluvia negra, la lluvia negra en el caserío.

Adiós, adiós, madre del monte, madre del monte

La lluvia negra, la lluvia negra en el horizonte.

Sobre el verbo ‘sufrir’ y sus conjugaciones

Posted On 6 diciembre 2014

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Fragmento del «Manual para lidiar con la pérdida», por Lix Gutiérrez, 2014.

» La separación definitiva (tan lejos como el espacio y el tiempo nos permite acuñar el concepto de ‘definitivo’ ) causa dolor puro, una sensación de soledad y abandono que para el ser humano es insoportable: El mundo se apaga, se oscurece y se convierte en una habitación cerrada (o tan abierta al infinito que se siente bien cerrada) donde no habrá nadie nunca más y ninguna voz hará eco en ningún rincón. Esta habitación se enfría y uno se encierra adentro para siempre.

Entonces:

1. Sufra

Sufra la pérdida como un Australopitecus, salvajemente y sin civilización. Llore bajito y en la privacidad de sus brazos o vaya por todo y grite que le duele, que no puede más, que siente que se muere, por fin, después de tantas fatigas. Olvídese del qué dirán y deje correr el moco, tállese las lágrimas de los ojos con la vocación de un niño de tres años, póngale sonido a su dolor y gima, laméntese, no cuente los ‘Ay’s.

Este es el momento en el que todo está permitido, usted tiene licencia para todo: indulgencia para extrañar, para regocijarse en la nostalgia y empaparse de recuerdos; permiso para pensar en el «hubiera», en el «what if», incluso en el «chingadamadre». Ya vendrán otras etapas del proceso en el que esto estará prohibido… por ahora, intoxíquese de dolor y disfrútelo, porque disfrutar el dolor también es una ocupación muy respetable.

Levante la cabeza alto y sufra.

Consejos de una bruja para ‘jugar’ a la Ouija

Soy bruja.

Sin una pizca de vergüenza lo sostengo, pero a veces tengo cuidado para mencionar la palabra «bruja» y voy por «pagana». Una no es sin la otra y la otra sí puede ser sin la una, porque todo tiene un precio.

Disertar sobre el hecho de que alguien se pueda dar el taco de llamarse «bruja» sería una discusión sin bases firmes, sin embargo la historia, el Universo, el karma y el destino nos develaron una definición más o menos común:

Una bruja es una mujer que tiene control sobre su mente pero se guía por el corazón, porque sabe que el balance de ambas resulta en sabiduría.

Una bruja respeta a la Madre Naturaleza y no sólo confía en sus ciclos de nacimiento y de muerte, inicio-final, sino que también tiene fe en que ellos trabajarán a su favor.

Una bruja sabe que existe el poder, sabe cómo acceder a él y sin embargo no abusa de su conocimiento. Una bruja es responsable de su voluntad y respeta la de los demás.

Una bruja invoca, convoca y nunca jamás duda de la magia que ya existía antes, existe hoy y existirá siempre.

Todo esto no tiene nada que ver con Satanás, ni con ofrendas a Belzebú, ni con sacrificios sangrientos, ni con vender almas, pero sí tengo que especificar que hay mujeres que se hacen llamar «brujas» y sólo son pedazos de ser humano esclavizado, enviciadas o borrachas de poder, abusonas y malas. Ellas no son brujas, son la versión pirata de Tepito, charoleras que sacan una placa que no les pertenece para ganar dinero, amor u otras cosas pasajeras que no valen ni un pito… y vaya que el precio que hay que pagar por ser charolera es muy alto.

Quería dejar estos conceptos más o menos claros porque quiero hablar de un tema polémico: La ouija.

En este post sólo puedo hablar por mí y por mi práctica, estoy segura de que hay muchas brujas, católicos y ateos leyendo esto y siéntanse libres de discrepar, así que voy a apegarme a lo que yo sé, partiendo de que este es mi blog, mi espacio y mi manera de explicar las cosas.

Mi calidad de bruja me lleva a creer en muchas cosas que otros prefieren ignorar: vibras, fantasmas, entes, posesiones, magia, viento, electricidad, los astros, la tierra, el pensamiento, la voluntad, el destino, los elementos, Dioses, ofrendas, velas, altares, hechizos, brujería, plantas, minerales, mantras, y una cosa que está de moda porque ya es Octubre y el Día de las Brujas… la ouija.

Ouija board

La ouija es una tabla de ‘adivinación’ o conductor de energía.

La energía es lo que a nosotras las brujas nos gusta llamar ‘magia’; la magia es esa fuerza invisible que trabaja sobre las cosas y las personas: Enamorarse es magia porque trabajan fuerzas ajenas a nosotros para unirnos; orar es magia porque ponemos nuestra fuerza mental en un objetivo que creemos imposible; soñar con alguien es invocar a alguien en sueños a través de magia, de energía.

Las coincidencias no existen, todo está regido por magia (según mi creencia religiosa, la brujería, el paganismo), todo se mueve por energía: mala o buena.

Así como ponemos nuestra ‘energía buena’ en soñar, en orar y en enamorarnos, también podríamos manejar nuestra energía de manera ‘mala’, obvio, para hacer el mal.

A veces decimos «Esa persona me da mala espina», «Siento una mala corazonada», «Siento mala vibra en este lugar», todo es energía. Hay personas que son más sensibles a sentirla y otras que siempre están muy distraídas como para sentirla, pero la energía está ahí: La energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma.

La ouija es un conductor de energía.

La bronca cuando jugamos a la ouija (bueno, yo tengo que admitir que nunca la he jugado, le tengo demasiado respeto o miedo, whatever) es que accedemos a energía y no sabemos si esa energía con la que vamos a tener contacto es buena o mala.

La ouija ‘capta’ espíritus (o energía) de dos tipos: humana e inhumana.

Using Ouija Board

Por espíritus humanos podemos decir que son personas que vivieron y ya murieron, muchas de ellas en paz, muchas de ellas en situaciones no pacíficas (como asesinatos, por ejemplo) y son espíritus que traen mucha ira, rencor y ‘mala onda’… incluso muchos de estos espíritus humanos no tienen idea siquiera de que están muertos.

Por espíritus inhumanos podemos decir que son ‘cosas’ que nunca han caminado la tierra en forma de humano, llámese demonios.

Ahora, aquí entramos a un parteaguas de la discusión, porque si usted cree en Jesucristo, en Dios y en el Espíritu Santo, (vamos a ponerle nombre a las cosas sin tapujos ni tabúes) su religión le dice que también existe ‘El Diablo’, así que asumo por inferencia que si usted cree en Dios, también cree en Satanás y en sus demonios, así que no se me persigne tanto y no se me vuelva agnóstico, ni incrédulo, ni smart ass: en su religión existen ambos.

Lo digo porque conozco muchas personas que son católicas o cristianas que creen profundamente en Dios, pero prefieren meter a Satanás debajo de la alfombra, lo ignoran, no hablan de él y se burlan de conceptos como «exorcismos» y «posesiones», afirman que todo lo que es de Satanás es charlatanería. Sorry, amigos, así como existe Dios, existe Satanás, e ignorarlo no va hacer que desaparezca y burlarse de él, menos.

Yo, según mi creencia, creo en el mal. Creo en el mal tan fervientemente como creo en el bien y no desacredito nada. Quizá como pagana yo le ponga otro nombre a ‘Satanás’, pero el mal es el mal y estoy convencida de que existe.

Jugar a la ouija nos pone en contacto con estos espíritus y la tabla es una ruleta, no un teléfono.

A seance

No podemos decir «Déjame le marco al espíritu de mi agüelito, a ver qué me cuenta»; invocar a través de la ouija nos va a traer un espíritu ‘random’ que esté cerca, alguien que quiera venir, alguien que necesite comunicar algo, quizá bueno, quizá malo. Nos puede tocar un espíritu inhumano y ¿qué tanto sabe usted de espíritus inhumanos, seriously?, ¿qué va a hacer si su espíritu habla en otra lengua, en otro idioma?, ¿cómo se va a deshacer de él cuando usted decida que ya no quiere jugar?, ¿usted cree que es muy fácil decirle «Sobres, bye»?

No estoy diciendo «No juegues a la ouija», este post es para decir «La ouija no se juega. La ouija se usa», y aún así creo que las personas que saben cómo usarla no la usarían a menos que fuera absolutamente necesario.

No puedo hacer un instructivo de cómo jugar a la ouija, porque nunca lo he hecho, pero reuní algunas recomendaciones de expertos para protegerse en caso de que quiera usar una. Créame que no le hará daño tomar algunas medidas de precaución.

– Siempre respete a los espíritus, agradezca, pida ‘por favor’ y sea humilde. Trátelos como un invitado, incluso si se portan mal o intenten asustarlo.

– No use la ouija bajo los efectos del alcohol o alguna droga, mucho menos la use si se siente enfermo, débil o deprimido. Los espíritus inhumanos se aprovechan de las vulnerabilidades.

– No use la ouija en su casa. Muchas veces los espíritus que vienen se sienten demasiado cómodos en tal o cual lugar y deciden quedarse.

– Tampoco use la ouija en un cementerio o un lugar donde haya sucedido algo feíto o terrible. Ahí agüevo que hay energía mala y la ouija ‘captará’ manifestaciones no tan placenteras.

– Usar la ouija sin compañía, o sea ‘jugar’ solo, sólo es un paso a la posesión. Evítelo. SIEMPRE.

– No asuma que todos los espíritus son buenos, muchos espíritus humanos pueden mentir o ‘jugar tosco’.

– Si alguien que va a ‘jugarla’ tiene miedo, es mejor que no lo haga, los espíritus se aprovechan de estas personas para ‘bromear’ con ellas.

– Dicen que poner un pedacito de plata encima de la tabla, dígase un anillo o una moneda, es protectora contra espíritus inhumanos.

A seance

Todo esto viene a que hace pocos días, un grupo de amigos decidió ‘jugar’ a la ouija; me preguntaron si jugaría o si al menos estaría presente y yo la neta prefiero quedarme fuera de este rollo. Les comenté algunos de estos puntos y pues ahora sí que ‘cada quien’.

Yo siempre he dicho que me considero una persona que cree y que quiere ver para creer más. Esto me ha llevado a investigar, leer y presenciar muchas cosas que no tienen explicación, a soñar muchos episodios, a ‘comunicarme’, a tenerle respeto. Nací así, tengo curiosidad de otras cosas que no son terrenales y estoy convencida de que leer y estar preparada en estos tópicos desarrolla mis sentidos.

Mi casa, por ejemplo, está cargada de cosas que no se imaginan;  la construcción es vieja y han pasado muchas personas por estas paredes, todos (toda mi familia) hemos tenido experiencias raras aquí. Yo ni de pedo me atrevería a traer una ouija a esta casa.

Hace unos meses, mi hermana empezó un curso de fotografía, le prestaron una cámara digital y anduvo por la casa haciendo pruebas con el obturador, la luz y la velocidad. Hago hincapié en que es una cámara digital, no tiene espacio siquiera para meter un filme o rollo fotográfico, así que no pueden traslaparse imágenes de una toma anterior o posterior.

Estaba haciendo unas pruebas en la recámara de mis papás y una de las fotografías arrojó esta imagen:

la foto 2 (4)

Es increíble para mí cómo esos pedazos de luz en el lente se asemejan al rostro de una persona, un hombre, en la zona del umbral de la puerta.

No podemos explicar cómo las siluetas juegan tanto con nuestros ojos y nos hacen ver una persona en donde no había nadie.

Obvio esta anécdota está abierta a discusión: puede ser el reflejo mismo de mi hermana en el vidrio del lente, un rebote de imagen de otra persona (¿Qué otra persona? No sé, porque no había nadie más en la habitación), pueden ser muchas cosas… que yo no puedo explicar, ni mi hermana, ni mi familia.

Nosotros, en casa, nomás dijimos «Qué miedo» y esto lo apilamos con las demás cosas raras que pasan aquí, que son muchas, por cierto.

Mientras que son peras o son manzanas, es mejor no arriesgarse, porque uno nunca sabe. Que cada quien se agarre de lo que cree y que no se quiebre su fe, es todo lo que podría decir para quedarme como Suiza en este tema tan debatible.

Happy October everybody!

Abran su mente, honren a sus espíritus y no tengan miedo.

Las brujas

Posted On 20 septiembre 2014

Archivado en catársis, Literatura, witchcraft

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«Las brujas, como los santos, son estrellas solitarias que brillan con luz propia, no dependen de nada ni de nadie, por eso carecen de miedo y pueden lanzarse a ciegas al abismo con la certeza de que en vez de estrellarse saldrán volando. Pueden convertirse en pájaros para ver el mundo desde arriba, o en gusanos para verlo por dentro, pueden habitar otras dimensiones y viajar a otras galaxias, son navegantes en un océano infinito de conciencia y conocimiento».

Isabel Allende, Paula.

Witch

 

Le cortamos las orejas al Moreno

Posted On 29 agosto 2014

Archivado en animales, Cosas de perritos, Dobermann, Moreno
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Pues sin más rodeos: le cortamos las orejas al Moreno.

Ya sé, ya sé todo, así que déjenme al menos contar mi experiencia y explicar la moraleja (si es que existe una) antes de sus regaños, reclamos, condenaciones al infierno y tachamiento de mala madre.

Alrededor del 15 de julio la presión sobre las orejas del Moreno en casa se hizo insoportable. Debo recordar que el Moreno no es solamente mi mascota, en el sentido de que casi toda la familia coopera financieramente para el cuidado, mantenimiento, alimentación y esparcimiento de los dos perros que viven con nosotros.

Podría decir que en casa casi a todos nos gusta la convivencia con los animalitos. Para mis hermanos y para mí, no son sólo animalitos, sino compañeros auténticos; para mi mamá siguen siendo nomás animalitos, pero les profesa amor, lo que la hace miembro del Team Perritos. However, mi papá (que es un ojete, no sé si lo había mencionado ya), los trata con la punta del pie y no entraré en detalles sobre ese delicado tema.

Yo había ido dejándolo y dejándolo, pensando al respecto, pero creo que inconscientemente para dejar que pasara más tiempo y ya no fuera posible cortárselas por su edad.

Sin embargo la presión continuaba. Presión de mi papá tipo: «Yo conozco un veterinario que puede hacerle el corte de orejas en 200 pesos».

WHAT THE FUCK!? ¿DOSCIENTOS PESOS POR UNA OPERACIÓN?. De que no sabía si reírme, llorar o renunciar a mi apellido paterno de pura vergüenza.

Total que la mitad de la familia votó a favor del corte de orejas, que creo que se llama Otoplastia, e incluso pagaron la operación, que tiene un costo total de 2,800 pesos.

El procedimiento consiste en dejar a tu perro por la mañana en la veterinaria, en ayunas durante las últimas 12 horas, y recogerlo por la tarde, casi a la hora de cierre. La operación se hace temprano y el perrito se queda en observación y recuperación lo más posible.

Cuando lo dejé me explicaron que el perro tendría que regresar por los siguientes cuatro días para aplicación de analgésicos y antibióticos.

Bueno, pues cuando lo recogí se veía en buenas condiciones, despierto, caminando y normal, lo noté un poquititito menos juguetón y serio, pero era obvio.

Todo transcurrió con normalidad, fuimos a casa, comió, tomó agua y fue hasta la noche cuando totalmente cambió la situación.

Le pegaron los medicamentos y estuvo high as fuck. Noqueado, con los ojitos idos, no se hallaba en ningún rinconcito, ni en cama, ni en piso.

Corte de orejas para Dobermann

 

Esa noche me acosté con él y le pedí perdón.

Realmente el cuadro no era tan grave, Moreno andaba más high que Hendrix en el Monterey Pop Festival 1967, pero yo me sentía la mierda más grande hecha por el hombre; me lamentaba por haberme creído tan soberbia como para tomar una decisión sobre otro ser vivo.

Para mí fue un golpe fuerte verlo así, la verdad, me arrepentí, me arrepentí y me arrepentí, pero ya no podía hacer mucho más que lamentarme y facilitarle las cosas en estos momentos.

Al día siguiente Moreno volvió a la normalidad y no sé si pase con todos los perros, pero a éste ya le valía madre y corría y jugaba y era como si nada hubiera pasado. No sé si tiene que ver con el tamaño del perro, la raza o si simplemente la recuperación es así de buena para todos, pero Moreno estuvo tan normal como siempre.

Las orejas quedaron envueltas en tafetán para mantenerlas erguidas, pero los puntos estaban al aire, así que había que cuidarlo de que no se rascara o se frotara con las paredes o los sillones. Moreno es súper obediente y no batallamos tampoco para cuidarlo. Tú le dices que no y la mayoría de las veces obedece, así que no tuvo problema con arrancarse los puntos, ni tuvo infecciones, ni nada nadita.

Corte de orejas I

La recuperación pasó tan rápido que no tuve tanto tiempo de sentirme mala madre, sin embargo definitivamente no recomiendo a nadie realizarle este procedimiento a su bebito.

En algún momento pensé que era comparable con hacerle una circuncisión a un recién nacido, o hacerle los hoyitos para aretes a las niñas, ambas son decisiones de los papás… pero en el caso de los perritos, no sé, yo sentí que ellos son aún más vulnerables que un ser humano que crecerá y tendrá su voluntad propia; los perritos están excentos de cumplir con normas sociales… ay, no sé, ya me estoy mal tripeando.

Dobermann

Dobermann II

El caso es que me arrepentí… pero luego no tanto.

Es que aparte de tener una reputación de asesino, el Dobermann tiene una cosita que no sabes explicar, una chispita en los ojos que dice «No seas pendejo, pendejo, deja de chingar o te arranco los testículos», y entonces todo el mundo mejor se hace a un lado en el parque y prefieren admirarlo de lejos.

Con las orejas cortas, Moreno se ve como un matón sanguinario y nadie adivina que es un cachorrito con la personalidad de un niño de tres años y la dulzura de un pollito. Es muy cariñoso y exige caricias y besos, y bien inocente cede ante todo lo que su hermano mayor le manda. En casa es un desmadre, pero pareciera que lo hace a propósito, y cuando salimos es súper obediente y siempre nos hace quedar bien. Los que no lo conoces se quedan admirados de su obediencia y fidelidad… es raro y difícil de explicar por qué Moreno se comporta así.

Dobermann

Dobermann

El veterinario me explicó que la ley estaba a punto de prohibir el corte de orejas a perros en México, que incluso en Europa ya no era posible realizar estas operaciones, pero que en el caso de Moreno quizá era lo mejor pues sus orejas estaban muy largas para su edad y todavía les faltaba por crecer (no es justificante, repito, es sólo lo que dijo el doctor).

A las orejitas pronto les crecieron sus pelitos y Moreno se ve muy contento y asesino… y creo que no me odia…

Dobermann on the couch

Al cartílago todavía le falta por crecer, las orejas no paran su crecimiento, y hay que esperar a que el perro sea un adulto para que pueda tener control y fuerza en sus orejas para que puedan pararse picuditas, por eso todavía las tiene tristes.

Dobermann con corte de orejas

Y bueno, eso era lo que tenía que sacar de mi pecho, ya no me siento tan mal de seguir ocultando este secreto. Si lo sabe el Dios de los perritos, que lo sepa todo el mundo.

Moraleja: No le corten las orejas a sus perritos a menos de que tengan los huevos para lidiar con esa decisión. No lo condeno ni lo apoyo. Yo sólo digo que yo no estaba preparada para eso y me fue de la chingada.

Gracias, buenas noches.

Moreno va de paseo

Sobre por qué ser inteligente es un pedo (O «Respect your local teporocho»)

Posted On 4 agosto 2014

Archivado en locuras, ridiculismo, soledades

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No puedo decir que estoy en el peor momento de mi vida, porque oh, boy, I’ve had some shit in my life, pero sí puedo decir que estoy pistolereando un whiskey straight frente a una computadora porque no puedo con mi mente.

Así: No-puedo-con-mi-pinche-mente.

Es de esos momentos en que piensas «¿Por qué no fui estúpida? Todo sería más fácil».

Porque ser inteligente es un pedo.Tu mente trabaja rápido y con eficacia y puedes salir de aprietos pendejos diarios, sí, pero también es una perra: Te enfrascas en conversaciones complejas (la mayoría sin final aprobado por la ciencia), te ves obligado a reírte de los chistes idiotas que hace la gente puñetas, todo tiene una metáfora, un trasfondo o una moraleja que termina cogiéndose a tu cerebro, y si eres una mujer inteligente siempre tienes que bajar tus estándares cerebrales si el vato al que le estás tirando el calzón es un pendejo.

Sorry, vatos pendejos del mundo, truth is out there.

La verdad es que la inteligencia es un arma de dos filos, te da poderes, pero te los condiciona; te hace una persona deliciosa para conversar, pero al mismo tiempo da el don del sarcasmo (porque sólo personas inteligentes lo saben usar a Master Degree); te arropa la curiosidad y luego te deja demente; o como decía Cortázar: «…probablemente Ícaro creía tocar el cielo cuando se hundió el en el Mar Epónimo y ¡Dios te libre de una zambullida tan mal preparada!» (el que entendió, entendió).

Quiero pensar entonces que por eso estoy embruteciendo mi cerebro esta noche, pues las personas inteligentes necesitan descansar de la inteligencia a veces y el alcohol es lo más rápido y menos tóxico para hacerse de huevos y mandar a chingar su puta madre…

A través de esta premisa llegamos a la conclusión de que quizá un borracho tenga el IQ hasta el puto cielo: Respect your local teporocho.

Pedro Infante borracho.

La weirda

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